Wednesday, November 08, 2006

Epitafios

Los caballos de los jinetes
Que aguardan campantes bajo el abrigo de un viejo Guanacaste
Destellan vapor que al sol ilumina las caras de los que duermen
Y avivan los ojos estrellados de los que aún sueñan despiertos

Que jodida guerra
Que amores crueles
Que vida tan llena
De sustos y resaltos

Y las gotas que en el campo caen suaves como algodón
Mojan los pechos hinchados de quien pierde a su querido
Por un amor desenfrenado
Por una desnuda insensatez
Por una ciega ilusión de apoderarse del universo y ser un héroe en exaltación

Que vivan los pastos verdes,
Las montañas verdes,
Los mangos verdes,
Y las hojas verdes
Que prenden fuego entre mis manos
Mientras camino las cornisas,
Imaginando conclusiones
Que concluyen imaginaciones

Volteretas, serpentinas,
Los diablillos y las gigantas;
Cafetales y gallinas,
La vaca muca y las tortillas.
Que vivan los besos de mi abuela,
Los piojos de mi infancia,
La inconfundible sencillez de una inocencia que no es pasajera
Mas viviente, incandescente,
Astuta y conformista
Que atrae insectos a mi paladar
Que revolotean sin cesar.

Bajo ese Guanacaste… aquel robusto y bien formado
Mis ojos son de los que brillan
Al destello del sudor de los caballos.
Líbrame Padre eterno
De los temores nocturnos,
Y las saetas que vuelan de día
Y la tempestad que de noche acecha
No miraré hacia atrás, mas siempre mis recuerdos están
Ahuyentando antagónicas conclusiones
Y epitáficos aciertos a canciones desafinadas
Y notaciones afónicas y mal formadas
Que intentan espantar composiciones desenfrenadas
Y poesías embriagadas
Que suenan hoy, por las calles del viejo Monteverde.

Si el obrero que siembra piedras, una encima de otra,
Ve en su trabajo una escultura
Y en su descanso un edificio de fuerzas por gastar;
Que vivan los rostros que en sus espaldas cantan
Y que alientan su dulce caminar.

J. Andrés Vargas 09/2006

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